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lunes, 11 de enero de 2010

Nieva sobre Sevilla


Debido "al calentamiento del planeta" -amenaza con la que nos persiguen diariamente los nuevos gurú de la climatología- ayer, 10 de Enero de 2010, en pleno invierno, ha nevado sobre la capital de Sevilla y toda su provincia. Aunque los que manejan la "desinformación" nos trasladan a Febrero de 1954 como la última vez que esto ocurría, se olvidan del año 2006, en la que también cayeron algunos copos durante varios minutos, al menos, sobre la zona este de la ciudad, que es donde yo resido, y recordar que, raro es el año que sobre el mes de Febrero, los pueblos de la sierra norte no reciben el apreciado maná.

¿A qué juegan, pues, estos niños pijos de la meteorología? ¿No les basta ya, para el entretenimiento, sus barquitos modélicos, sus zodiac impecables, sus espectaculares uniformes -incluido hasta cuando van con el mono de faenas- y su gran poder de influencia? ¿Qué pretenden?

Desde que estos nuevos profetas del apocalipsis nos vienen predicando con la buena nueva, y el peligro que corremos si no nos enmendamos (estos señoritos del terror, que, diariamente, se limpian el trasero con papel higiénico, como cualquier mortal; se iluminan con lámparas halógenas, no fluorescentes que consumen menos; se mueven en avión, no en burros; en invierno ponen la calefacción por las nubes, para faldar en camisetas de manga corta por el apartamento, y, en verano, excesivamente baja, para que no padezcan sus pingüinos); desde que estos modernos boys scouts nos amenazan diariamente con los males que nos acechan, en el mundo, todos los años, en invierno llueve, hace "tela" de frío y , donde puede, nieva, y en verano, no cae ni gota de agua y hace un calor de justicia.

En los millones de años de existencia del planeta siembre hubo cambios climáticos. La Tierra, desde entonces, ha estado sometida a glaciaciones, unas veces, otras a interglaciaciones. Unas veces se helaba; otras demasiado cálidas, desertizando grandes zonas de ella ¿Qué tiene que ver el hombre, pongo por caso, en la transformación del vergel que antaño fue el Sahara en el desierto que es hoy? ¿Es que somos tan prepotentes y soberbios, que nos creemos capaces de intervenir, definitivamente, en el devenir del planeta? No oculto que sí podemos colaborar y acelerar el proceso, pero a pequeña escala, y que luego es la Naturaleza la que marca y concluye el perfil que tendremos que soportar.

Ejemplos diarios nos lo demuestran. Taponamos el cauce de un río y -cuando más tranquilo estamos, él se rebela contra tamaña osadía y reivindica el espacio que poseía, provocando devastadoras inundaciones. Se desecan láminas de tierras encharcadas para utilizarlas para el cultivo y, un día cualquiera, estos terrenos son nuevamente ocupados por el agua. Creamos playas artificiales, con soberbias urbanizaciones para el turismo en sus cercanías, y el mar, como animal acorralado, cuando menos lo esperamos, nos lo desbarata de un zarpazo.

¿Qué de nuevo hay en que en invierno llueva, los ríos se desborden, haga frío y hasta nieve, y que, en cambio, en verano no caiga ni una gota, -al menos por Andalucía -y nos friamos de calor? ¿Qué pretenden estos nuevos Testigos de Jehová, que continuamente nos están amenazando con nuevas plagas y fenomenales cataclismos? Una cosa me queda bien clara: están desviando la atención sobre lo que verdaderamente importa, que no es más que la mala situación económica mundial, las guerras solapadas y multirraciales que padece el planeta, y la situación de hambruna que viven muchas poblaciones del mundo. La actitud que mantienen estos privilegiados universales, les viene de "perilla" a todos los gobiernos, eximiéndoles de la responsabilidad que pudieran tener en la situación de sus respectivos países, acusando de todos los males habidos y por haber, al maldito cambio climático que provocamos nosotros, los que seguimos tiritando en la cama tapados hasta los ojos con mantas, si no, que se lo pregunten a Zapatero.





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