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sábado, 13 de febrero de 2010

Deberes para el fin de semana

PARA LEER


Manuel Rivas, nacido en la Coruña el año 1957.
Dio sus primeros pasos como escritor en el mundo de la poesía. Lo conocí, por casualidad, en Enero de 1991; en una emisora de radio estatal presentaron el libro y leyeron parte de este relato: la impresión que me causó este autor aún la recuerdo con agrado. Anoté su nombre, la editorial y el título, y en cuanto regresé a casa me puse a buscarlo por las librerías. Valió la pena, todo él está lleno de frescura y propósitos; en los relatos marca perfectamente las pautas, sobresaliendo algunos desenlaces, donde la palabra revienta inundándolo todo. De este libro titulado “Un millón de vacas” he seleccionado “Primer amor” donde se puede comprobar a la perfección los detalles apuntados. Basilio Losada decía de él: “¿Es un poema o un relato el cuento que, titulado Primer amor, se incluye en este libro? Apenas una página, un diálogo aparentemente insustancial, que no arranca, y una frase que es como el verso catorce de un soneto magistral, el que da sentido a los otros trece.” Recréense en la finalización de esta hermosura de relato.


PRIMER AMOR

Gaby, Gabriela, es mayor que yo. Creo que mucho mayor. Me lleva, por lo menos, dos años. Después de tanto tiempo, no esperaba encontrarla en la aldea, en Aita, pero allí estaba, sentada lánguidamente en la bancada de piedra de los Brandariz, entre dos tiestos de geranios.
-Hola.
-Hola.
-¿Qué tal?
-Bien. ¿Y tu?
-Bien. Muy bien. Bueno, fatal.
En realidad, era mucho mayor que yo. Tres años, quizá.
-Estás muy delgada.
-Tu también estás muy delgado.
Llevaba una falda larga y tenía los pies desnudos. Eran unos pies grandes, de hombre.
-Estuviste fuera.
-Sí.
-A lo mejor yo también me marcho.
-¿Ah, sí?
-Sí. Voy a marcharme. Estoy pensando hacer un viaje. Pero muy lejos, ¿sabes? A Australia o a un sitio de ésos –digo yo.
-Sería fabuloso.
-Sí, casi seguro que me voy a Australia. Un amigo mío tiene allí a sus padres. Se hizo radioaficionado y habla con ellos por la noche.
-Yo estuve en Barcelona, ¿sabes? Viví con gente y así.
-Ah, Barcelona, claro. Nunca he hecho un viaje, ¿sabes? Me gustaría hacer algo importante. Australia, o algo así.
-Debe ser alucinante. Tan lejos.
-Mi amigo dice que si hiciéramos desde aquí un agujero que atravesara toda la tierra, saldríamos a Australia. ¿Qué tal en Barcelona?
-Bien. Bueno, regular. Mal.
-Mi amigo me regaló un reloj. Te despierta con la música de Cumpleaños Feliz. Happy birthday to you. También tiene la hora de Tokio, y de Londres, y de Nueva York. Y puedes anotar teléfonos y guardarlos. Es como un ordenador. Mira, mira, fíjate.
-¡Oh, qué bien, es fantástico! ¿Sabes? Yo tengo una hija.
-¿Una hija?
-Sí, ¿quieres verla?
Y me invitó a pasar, sonriendo, como si le doliera sonreír.



PARA OIR




George Ivan Morrison, Van Morrison , nace en Belfas (Irlanda del Norte), el 31 de Agosto de 1945.
Su contacto con la música comienza desde muy pequeño: su madre era cantante y su padre, un gran aficionado. Así fue como el pequeño Van se familiarizó con cantantes como Jelly Roll Morton, solomon Burke y Ray Charles, entre otros, y estilos de música como el jazz, blues y folk.
A los doce años su padre le compra la primera guitarra; poco más tarde un saxo; a los diecisiete abandona la casa y se va de gira por Europa con un grupo de juventud que poco después abandona, para seguir en solirario. Su primer disco "Astral Weeks" lo graba en 1968 y es calificado por la crítica como de "hipnótico, mediático, con un poder musical único". En 1970 el segundo "Moondance", otro de los mejores.
Van Morrison toca la guitarra, el saxo, el piano y la armónica, y su música está influenciada por el folk, el country, el gospel y el blues, y todo los críticos coinciden en considerarlo uno de los cantantes más influyentes de la música contemporánea; incluso algunos aseguran que " ningún blanco canta como él".
Oíremos su primer disco, "Atral Weeks", -para mi gusto, el mejor, y tiene bastantes y buenos- y de él, la canción que da título al disco. Disfrutarlo.




PARA VER



De Kenneth Branagh “Mucho ruido y pocas nueces”, del año 1993.
Basada en una obra de Shakespeare (como suele ser habitual en todas las cintas de este director) la película es una muestra del bien hacer cinematográfico a nivel técnico (se luce Kenneth), fotográfico (es una explosión de alegrías en tonos verdes y blancos) y de diálogos (magistral la adaptación de los diálogos), sin caer en el peligro del aburrimiento en el que suele entrar mucho cine británico. Protagonizada, adaptada, producida y dirigida todo por él, destaca la genial interpretación, en su papel de soltera resabiada, de Emma Thonpson, y magistral, Denzel Washington, en el papel de un príncipe navarro que regresa de la guerra. Destacable, también, el corto papel que interpreta Michael Keaton, que lo consagró como un fenemenal actor.
El argumento, aquí, es lo de menos. La comedia de Shakespeare sólo es una excusa para pasearnos por los entresijos que teje el amor para que al final todos sean felices y coman perdices, pero con la rotundidez y belleza de algunas de las frases que el autor de teatro nos tiene acostumbrado. La película se rodó en la Toscana italiana y no pudo ser más acertado el lugar escogido.
Película para el disfrute de los sentidos y pasar un agradable rato.





PARA EL ALMA

Despedida
Puedo estar orgulloso.
Se cae la casa
pero mis hijos huyeron al bosque
con la cabeza llena de pájaros.


Suicidio campesino
Y luego están los muertos de la tierra,
elegantes en las ramas,
serenamente colgados al amanecer de los manzanos,
con sus ojos de nieve,
como aves viejas que no pudieron emigrar.


Ecos
Nuestra guerra es vuestra armonía.
Nuestra derrota, vuestro paisaje.
Se nos caen las hojas.
Vosotros hacéis poemas.


Manuel Rivas

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