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viernes, 26 de febrero de 2010

El estado de la enseñanza en España

Cuando yo era niño, la enseñanza se elegía como una profesión vocacional, a la que acudías, repleto de intenciones, con la voluntad utópica de ayudar a formar nuevos individuos que enriquecieran con sus conocimientos la sociedad. Pero desde hace algún tiempo, este proyecto creativo se ha venido abajo, con la colaboración (¿quizás sería más correcto llamarlo desinterés?) de los distintos gobiernos que se han sucedidos en la democracia y la despreocupación bochornosa de la nueva generación de padres, más preocupados porque el niño no les incordie, que del progreso educativo de éste.

El resultado normal que produce esta inhibición por parte de dos de los elementos que debieran ser básicos en esta empresa, es el que se vive actualmente en la escuela, que de ser en el pasado una fábrica de valores y conocimientos, ha pasado a convertirse en un aparcamiento, donde los padres depositan a sus hijos para que les dejen tiempo y espacio en sus quehaceres diarios, y la administración, los tiene “recogidos” (sin preocuparles cómo ni la escasez de medios) para contentar a esos progenitores que son una buena cantera de votos. Para los que tenemos un hijo en la enseñanza, cada mañana -como los padres que tienen al hijo minero- nos quedamos con la incómoda incertidumbre de lo que le pueda ocurrir en el desempeño de su trabajo. Un día es el alumno, otro los padres, la custión es estar siempre con la muleta en la mano toreando las embestidas que les produce una profesión que, teóricamente, no está considerada de riesgo.

A nadie le preocupa hoy la enseñanza y la involución que está sufriendo; los padres por pasotismo y comodidad (es bastante cansado estar pendiente del progreso educativo de tu hijo y aún más, ponerte un rato todas las tardes para apoyarles en sus tareas escolares), y los políticos, porque sus hijos tienen el problema resuelto y, aunque peque de malvado, porque para los que gobiernan, un pueblo sin formación y conocimientos, es más manipulable. Esta es la triste y terrible realidad de la enseñanza en España y la complicada realidad que viven los maestros y profesores de este país a diario, una prueba harto difícil para seguir psicológicamente estable durante muchos años. Ahora quiere retomar Zapatero el tema del pacto por la educación, y me temo, que, como en casos anteriores, el sector de los implicados y que mejor puede opinar sobre la materia, quedará, una vez más, marginado en estos contactos que tratan de solucionar el problema que los políticos han creado.
Lo que transcribo a continuación no es más que la triste realidad de una clase en cualquier centro de enseñanza pública de España. Una clase de 60 minutos, donde los primeros cinco los pierdes pidiendo que se sienten; otros cinco en que bajen las piernas de las mesas; cinco más rogando que se quiten las gorras; otros cinco explicando que en el aula no se come; y cinco más exigiendo que apaguen los móviles, con lo que de un tirón hemos perdido media clase y las ganas de seguir en el intento de acabarla. Esta actitud, si no generalizada sí bastante frecuente, termina con la integridad psíquica de cualquier ser humano, aunque estos sean profesores.


"Esta trascripción, aunque parezca exagerada, es verídica y exacta. Esto es una clase con 1º ESO (11/12 años) un jueves a 5ª hora. Sólo es un ejemplo.
Los nombres de los alumnos son ficticios para que su ignorancia quede en la intimidad de la clase.


Yo: Bueno chicos, hoy vamos a estudiar el vocabulario de las comidas en inglés: copiad estas 5 categorías (las escribo en la pizarra) y escribís en cada columna todas las palabras que os sepáis.
Amanda: ¿En inglés?
Yo: Sí, mejor que en Ruso, en inglés.
Luis. Profe, ¿cuántas categorías?
Yo: 5. Las que hay en la pizarra.
Luis: A mi no me caben.
Yo: Pues prueba a poner la hoja apaisada
Luis: ¿Qué significa apaisada?
Yo: Horizontal, o sea: así (lo demuestro)
Juan: ¿Qué título ponemos?
Yo: Prueba con “Food”, que es el que he escrito en la pizarra.
Fran: ¿Puedo hacerlo a lápiz?
Yo: No, no puedes. Ya sabes que en el cuaderno sólo se escribe con bolígrafo.
Jessika:¿Cómo se dice pepino?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Noel: ¿El huevo es una verdura?
Yo: No, no es una verdura
Federico: ¿Qué título ponemos?
Yo: Lo he dicho ya dos veces.
Amanda: ¿Se puede poner “rechicken”?
Yo. No, porque repollo no se dice así en inglés (risas generalizadas)
Nieves : ¿Cómo se dice calamar?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Jesús : ¿Hay que escribirlo en el cuaderno?
Yo: Pues a no ser que quieras escribirlo en la mesa...
Ricardo: Profe, ¿Pero, qué hay que hacer?
Yo: ¿Pero tú te has lavado las orejas esta mañana?
Nieves : ¿Puedo poner zumo en la categoría de postres?
Yo: Mejor ponlo en la de líquidos.
Fran: ¿Puedo poner pollo en la categoría de postres?
Yo: En este continente, no.
......................................
10 minutos después.


Yo: Bueno, ahora vamos a empezar. Levantáis la mano y vais diciendo palabras; yo las escribo en el encerado. Empezamos con las verduras.
(Levantan la mano 10 alumnos y todos gritan a la vez distintas verduras)
Brócoli!
Carrots!
Salad!
Pepination!
Eggs!
Yo: He dicho que los huevos no son una verdura. Y por favor, levantad la mano y esperad a que yo os nombre para decir la palabra porque no tengo 10 orejas para entenderos a todos al mismo tiempo. ¡Arturo, no le pases notitas a María que se las leo al resto de la clase!
Arturo: ¿Con cual empezamos?
Yo: Con las verduras. Empieza tú, Marisol.
Marisol. Es que se me ha olvidado el cuaderno en casa.
Yo: ¿Y qué llevas haciendo estos 15 minutos, criatura? A ver, hazlo tú, Pepe.
Pepe: ¿Quién, yo?
Yo: Eres el único Pepe que hay en la clase, así que vas a ser tú.
Pepe: Orange
Yo: La naranja me la pones en frutas, por favor.
Juan: Profe, el otro día oí un chiste verde, ¿puedo contarlo?
Yo: Pues aunque haya verduras de por medio, no, no puedes contarlo.
María: ¿Esto cae en el examen?
Yo: Bueno, puede que tengáis suerte y para entonces esté recuperándome de esta clase en un sanatorio mental, y entonces no habrá examen.
Todos: BIEEEEEN!"


Juzguen ustedes mismos. Así no puede seguir nuestra enseñanza.

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