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miércoles, 10 de febrero de 2010

Los nuevos empleos


Cuando yo era niño, si alguien te preguntaba: "qué quieres ser de mayor", sin dudarlo un instante, respondías que médico, abogado, maestro, o cualquier otra profesión pareja a los estudios. Hoy, si le preguntas a cualquier chaval, también te contestará, sin dudarlo un minuto, que futbolista, político o tertuliano de programas freakis de televisión.
-¿Y por qué eliges estas “profesiones”?
- Está bien claro, abuelo; porque no hay que estudiar nada, tiene poco desempleo y da mucho dinero.

Ante lo evidente de la respuesta, a uno no le queda más remedio que callarse; analizado con sentido optimista, el niño no está del todo mal encaminado, aunque lo de futbolista, lo veo algo más complicado; no hay que romperse la cabeza con los libros pero no todo el que le da patadas a un balón llega a cobrar cientos de millones, que los hay que pasan verdaderas calamidades en las otras categorías inferiores.

La salida de político, no está nada mal, sobre todo para la mujer, por esa novedad de cubrir cuotas; sólo debes poseer un buen estómago para tragarte cada día la conciencia, tener pocos recursos ideológicos y oratorios, y, esta es bien importante, desterrar de tu boca el uso correcto del lenguaje; decir muchas veces sí (aunque hayas dicho lo contrario hace poco, no importa, eso imprime carácter), aplicar los “tacos” modernos (miembro/a; joven/a; albañil/a,etc.), pero cuidado, jamás se te ocurra lo contrario (poeta/o; persona/o; periodista/o, etc.) a riesgo de sufrir un aparatoso descarrilamiento en tu fulgurante carrera. También se necesita una buena dosis de mala leche para no tener escrúpulos con las medidas que elabores y con el dinero que “mangonees”, además, en esta maravillosa profesión, podemos “enchufarnos” parte de la familia. Esta última cualidad, como la de futbolista, has de traerla ya de fábrica, es difícil adquirirla con el tiempo, aunque el que la posee, sí la perfecciona con él.

Y la última, hijo, esa sí que es asequible; no como antes, que había que pasarse años en la facultad estudiando; total, para qué, para opinar y poner verde a la de enfrente, cualquiera sirve. Lo único malo que le encuentro es que si eres hombre, necesitas ser cornudo o un golfo para que te admitan, y si eres mujer, viuda de un conato de torero o cantante, querida de un respetable señor, prostituta reciclada, etc. Como salida profesional, la verdad, que no está mal. Aquí ni te exigen siquiera haber ido a la escuela, cuanto más borde, más impacto de audiencias; sólo se necesita darles carnaza tuya, cuanto más personal y sangrante, más asegurado tienes tu recorrido televisivo.

Los tiempos están cambiando; ¡qué digo!, rectifico: lleva mucho rato cambiado y algunos ni nos hemos dado cuenta. Vivimos en una sociedad donde el que no es práctico, corre el riesgo de desaparecer. No es más que la aplicación del ciclo evolutivo en las especies. O avanzas o mueres. Esta es la sociedad del poco esfuerzo, o ninguno, donde el clan de los “ ni-ni” (como ocurrió en la prehistoria con el cromañón sobre el neardental) se va imponiendo a un ritmo acelerado sin que encuentre grandes dificultades en su desarrollo; una sociedad precipitada donde prima la velocidad y la carencia de esfuerzo en la conquista de cualquier objetivo.

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