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martes, 9 de febrero de 2010

¿Qué hacemos con los mayores de 50 años?



No hace mucho, la edad era un rango de prestigio social: hasta hace poco –yo lo he vivido cuando pequeño- la opinión y los consejos de las personas mayores eran de gran estima, pero el tiempo -¡ese acontecimiento inesquivable- ha convertido a ese legado de sabidurías en un apestado social al que todo el que puede evita. En casa pasan de sus consejos y los nietos, después de haberlos criados y enseñado lo poco que saben, hoy sólo se acuerdan de ellos cuando necesitan dinero; los empresarios, cuando su empleado se aproxima a los 50, ya están pensando en su relevo; los gobiernos, agobiados por tanta gente mayor, de momento, los ignora, confiados en que lleguen a meta cuantos menos mejor; los únicos que los saca a pasear, les dan comilonas, fiestorros, etc., son los Ayuntamientos, ya que son una buena reserva de votos, y por poco coste.

Tan larga introducción está justificada por la nueva filtración que el pasado viernes hizo el ejecutivo referente a la reforma del mercado de trabajo. En ella se prevé rebajar la indemnización por despido a 33 días por año trabajado (esto no es más que legalizar lo que los empresarios por su cuenta ya practicaban); incentivar la contratación de jóvenes, mujeres y víctimas de la violencia machista (¡fenomenal!) Pero, como de costumbre, se vuelven a olvidar del otro sector castigado por el desempleo: los mayores de 50 años, un importante grupo de ciudadanos que desde muy pequeños –recordémoslo, algunos empezaron a trabajar con 10 y 12 años- se integraron al esfuerzo laborioso de sacar a este país de la miseria en que vivía, y ser partícipes del bienestar que actualmente disfrutamos.

Ahora, cuando más lo necesitan, la sociedad que tanto le debe, le da la espalda y lo arrincona. Son estigmatizados que todos ignoran, confiados en que, gracias al vacío que se les hace, cualquier día, por encantamiento, desaparezcan. Para los gobernantes sólo son cifras insoportables que deben reducir como sea: alargando más años la fecha de jubilación, subiendo el periodo de cotización para tener derecho a ella (una manera de hacerla imposible debido a la escasez de empleo), etc., todo en un esfuerzo subliminal por quitarse de encima a una fuerza improductiva –contra su voluntad- que ya tienen, gracias a los muchos años cotizados, unos derechos adquiridos.

Se vuelve a equivocar Zapatero y sus ministros. No hay nada peor en la gobernabilidad que enrocarse una y otra vez en los mismos errores. Después de la lectura de las últimas cuatro encuestas publicadas, donde pierden la confianza de comunidades tan significativas como Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha y Cataluña; de sectores importantes como el de la juventud; en las que un 50% estaría dispuesto a salir a la calle si se reforma las pensiones como de manera sibilina han anunciado, dejan al actual ejecutivo muy tocado, con lo que seguir con estos desacieertos es allanar el camino para que la derecha pronto se apodere de la Moncloa. Afortunadamente, sólo el 33% cree que el PP solucione algo, con lo que el vacío electoral que les queda a los españoles es difícil de solucionar.

Dejar de nuevo en la estacada a los mayores de 50 años en la nueva reforma del trabajo, es una nueva injusticia social que califica, una vez más, al gobierno de Zapatero. Estos desempleados no se merecen el desafecto que se esgrime contra ellos, después de ser los responsables del bienestar que disfrutamos todos.

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