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domingo, 29 de agosto de 2010

Atrévete a visitar Sevilla en verano

"...fagamos una iglesia tal e tan grande que los que la vieren nos tomen por locos"

¿Cuánto vale este cielo? No es un decorado


Detalle: aldaba puerta del Perdón, entrada al patio de los naranjos

Torno del convento de San Leandro, famoso por sus exquisitos dulces

Patio de de las "Casas del la Judería", Hotel

Callejón con encanto, judería sevillana

Calle construida para evitar el calor


El martes, bien de mañana, nos dimos un paseo por el centro de la ciudad. Lo primero que me sorprendió, nada más llegar, es la cantidad de turistas –tanto nacionales como extranjeros- que llenaban las calles y los monumentos más emblemáticos. Bajo un sol de justicia, el personal hacía cola para visitar la monumental catedral (cuando se construyó, era el templo cristiano mayor del mundo; luego vinieron la de San Pedro, en el Vaticano, y la de San Pablo, en Londres), construida en el solar de la Mezquita Mayor de Isbiliya, de la cual queda en pie, el alminar (la majestuosa y esbelta Giralda), el patio de las abluciones, casi en estado original (el actual patio de los naranjos), y la puerta de entrada principal (la bellísima puerta del perdón).

El barrio de Santa Cruz, con sus estrechas y sombreadas calles, estaba a rebosar, grandes grupos de guiris eran conducidos por sus guías por las “típicas” calles de la antigua judería sevillana, barrio del que sólo quedan de aquella época, el trazado del vial, pero ninguna vivienda. Para los que me leen, os diré un secreto: si queréis pasear por un sector de la judería, tranquilos, sin temor a que una bandada de personas mayores disfrazadas de niños, os arroye, visitad ese sector lo más rápido posible y os trasladéis al barrio de San Bartolomé -al ladito de éste, sólo tenéis que cruzar las calles San José y santa María la Blanca- y penetraréis en un lugar donde aún rezuma sabores de Al-Andalus. Allí encontraréis calles con nombres relativos a las antiguas profesiones, palacios reconstruidos o levantados sobre antiguas viviendas andalusíes, calles que semejan serpientes y que sus paredes parecen abrazarse cuando elevas la mirada al cielo. No debéis dejar de visitar en ese recorrido los palacios de la casa de Pilatos, Miguel Mañara, de Altamira, de los Padillas, el convento de Madre de Dios (en sus entrañas recoge los restos de la viuda de Hernán Cortés y su hija), la iglesia de San Bartolomé y Santa María la Blanca (dos de las tres sinagogas que el barrio poseía) y la de San José.
Para cuando la garganta esté seca, en la calle Mateos Gago, esquina con Rodrigo Caro, hay una "farmacia de guardia" dispuesta a remediarlo, la tasca “Las Columnas”, cerveza bien fresquita y un buen montón de tapas, a buen precio y exquisitas. Para la noche, en el mismo barrio donde hemos estado paseando por la mañana, un delicioso lugar, con aromas a los tiempos de la predemocracia: “La Carbonería”, en la calle Levíes, donde podréis tomar agradablemente una copa.

Elegir visitar Sevilla en verano, no es una idea descabellada. Las cifras que marcan los termómetros callejeros, vistos desde otro lugar del país, no son relevantes. El calor de aquí, es seco y “solidario”. Y por las noches, si el sofoco os acobarda, siempre tenéis la solución de subir al Aljarafe, un lugar donde Dios hubiera instalado el paraíso terrenal, de haberlo conocido.




2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante este artículo ya que puedo obtener mayor conocimiento.

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  2. Tema de Interés, gracias por la Información Sigan publicando.

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