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martes, 4 de enero de 2011

Música para alcanzar el karma

"Libera"


No hay por qué confundir. El hecho de que en un par de ocasiones, casi seguidas, haya traído a este rincón temas del entorno religioso -en este caso, cristiano- sólo es pura coincidencia; no es de temer que se haya producido una reconversión en mis creencias espirituales. No hay peligro: ni para mí ni para la comunidad cristiana, las dos partes seguimos, con buena salud, en nuestros estrictos convencimientos.

Nada ha cambiado, lo que ocurre es que soy de los que buscan -y se deleitan- con la belleza, venga de donde venga, y la realice quien sea. Por lo tanto, leer a Fray Luis de León, a Santa Teresa de Jesús, a San Juan de la Cruz, oír la música sacra de Juan Sebastián Bach, o del Cura Rojo (Vivaldi), recalar en la paz interior de una Catedral, o en la de una pequeña iglesia románica, es un acto que realizo con toda la naturalidad del mundo, sin ningún prejuicio.

Me viene al recuerdo algunas de las discusiones que mantenía en los años 70 con determinados miembros anarquistas, en los que -mientras esperábamos el inicio de una "manifa", o en el transcurso de una conferencia- donde comentaban que "si la revolución triunfaba -en esos años, aún quedaban idealistas que creían que la Revolución era posible-, las iglesias había que convertirlas en discotecas", a lo cual -como es lógico- yo respondía: "el daño que este gasto produjo a la sociedad ya está hecho; lo que corresponde es que las iglesias se popularicen y se transformen en grandes museos, pero nunca derribarlas, y mucho menos, hacerlas garitos".

Por tal motivo, igual puedo disfrutar con el "Canto espiritual", del fraile carmelita, que con "La nausea" del Sartre más existencialista. Para mí, es de vital importancia el mensaje que transmita la obra, pero también, la manera de expresarlo, y en esa técnica, las dos formas pueden ser coincidentes y correctas.

Disfrutemos hoy con este "Ave María", (delicia recubierta de chocolate), compuesta por Vladimir Vavilov, en 1970, y que al publicarla anónimamente el propio Vavilov en 1972, fue adjudicado, por error, al músico del siglo XVI, Giulio Caccini. La versión que oiremos está interpretada por un coro de niños ("Libera"), dirigidos por Robert Prizeman, procedentes de distintas parroquias londinenses. ¡Que no arañéis demasiado el cielo!










5 comentarios:

  1. Una verdadera delicia,los escucho con auriculares,y suenan como si fuera de camino al cielo llevada por angeles.

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  2. Libera cantan con tanta dulcura es verdaderamente posible alcanzar el karma y unirlo a lo friki que es uno siii pero sin olvidar otras cosas

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  3. REALMENTE ES UNA DELICIA ESCUCHAR ESAS VOCES TAN PERO TAN HERMOSAS. NO ENCUENTRO PALABRAS PARA EXPRESAR LA SENSACIÓN QUE SE SIENTE EN EL ALMA. ESOS DOS PEQUEÑOS JOSH Y TOM, COMO TAMBIEN EL OTRO SOLISTA QUE NO CONSEGUÍ ENTENDER SU NOMBRE, ME TRASLADARON IMAGINARIAMENTE A UN PARAÍSO DEL QUE NO QUISIERA SALIR NUNCA. GRACIAS LIBERA POR TANTA FELICIDAD. UN ABRAZO DESDE MONTEVIDEO, URUGUAY

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  4. me encantan.. :D los adoro!!

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  5. ¡Qué hermosura! ¿A quién puede molestar la belleza?
    Deberías traernos más música de estas.

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