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miércoles, 10 de agosto de 2011

Sopa de ajos: Un plato humilde del que las madres no quieren acordarse



Si he de hablar de platos humildes -y claro exponente de la escasez alimenticia, y también de otras, aunque este no es el caso para hablar de ellas- que se padeció durante el franquismo, nada más representativo que la Sopa de ajos. Es tremendamente económico, fácil de hacer y rápido.
Estamos ante un plato con malos recuerdos, el cual, mi querida madre, se negaba a cocinar en casa una vez que superamos la economía de supervivencia, y el que le tenía que rogar que me preparara –de vez en cuando-, cuando era mayor. Francamente, me gusta, y suelo hacerlo en casa en alguna ocasión, aunque he de decir que no tiene mucha aceptación: mi mujer y mi hija son enemigas declaradas de él, así que tengo que aprovechar para comerlo, o bien, cuando estoy solo, o cuando la comida general de ese día no me apetece.
El guiso –no sé llamarlo de otra manera- no puede ser más “pobre” y para pobres. Como ya adelanté en el anterior publicado de las migas, la base principal que lo compone es el pan (antiguamente se utilizaban los trozos de pan que quedaban duros, suponiendo que este “lujo” se produjera alguna vez), unos dientes de ajos, un poco de aceite, una pizca de sal y listo. El pan ha de ser de pueblo o en su defecto, de bollo; el ajo, castaño y el aceite, de oliva.









Ingredientes:



  • Pan

  • Varios dientes de ajo

  • Sal





Elaboración:







  • Primero trocearemos el pan y lo pondremos a remojar, hasta que éste quede completamente empapado. (Con un bollo saldrán tres o cuatro raciones aproximadamente).



  • Luego, en una olla o cazuela, echaremos un buen chorreón de aceite (sed generosos).



  • Cuando el aceite comience a calentar, se echarán los ajos que ya teníamos pelados y cortados en láminas algo gruesas, hasta que se doren sólo un poco. (Hay que tener cuidado de que no se quemen).






  • Una vez listo el ajo, se añade a la cazuela el pan remojado, incluido el sobrante de agua si no es mucha, y la sal. (Mucho cuidado en ésta operación, ya que al añadir agua al aceite caliente, este suele saltar y corremos el riesgo de quemarnos).






  • Lo mezclamos todo, removiendo de vez en cuando, para que la sopa no se pegue en el fondo de la olla, y también, para que se combinen los productos y queden conjuntados.






  • Para finalizar, probaremos por si hay que añadir sal o agua, en el caso de que la notemos muy espesa. Si todo ha ido bien, en poco minutos estará lista.

    Como pueden observar, es un plato económico, rápido y, para quien le guste, apetecible.

    Que ustedes lo disfruten.



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