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sábado, 22 de octubre de 2011

Participación internacional en el asesinato de Gadafi



Ahora, todos niegan su autoría. Es lo malo que tiene Internet, que se opone tajantemente a que determinadas noticias sean silenciadas, o bien, manipuladas, cosa que ocurría con excesiva frecuencia hasta que este artilugio, inventado por el ejército americano para sus intereses militares, se les fuera de las manos.
Todos hemos visto cómo a un prisionero de guerra se le ha negado los mínimos derechos internacionales que le respaldan, hemos presenciado cómo el dictador, una vez preso, era dejado en manos de la masa, esa turba de cobardes indeseables que se amparan en el anonimato más cruel para cometer los actos más ominosos, masa aborregada que, no lo olvidemos, es manipulada, desde dentro, por destacados miembros del espionaje americano, conduciéndola a realizar estos criminales actos.


Ahora -¡en buen momento quiere limpiar la deshonra!- la OTAN niega su participación en el asesinato, ahora que es bien sabido que fue ella la que acorraló al convoy que transportaba al fugado, y la que lanzó los primeros misiles sobre él. Ahora pretende lavar la desvergüenza de saberse –y saber que sabemos- que es una marioneta estratégica en manos del Imperio Americano. Nos dijeron –nos mintieron- que sólo intervendrían en misión humanitaria, que crearían un corredor protector entre la aviación gubernamental y los sublevados en Misrata, pero una vez destruida la aviación gadafista, cuando el peligro de bombardeos aéreos había terminado, la emprendieron destruyendo la flota naval, cuando acabaron con ésta, iniciaron la destrucción de supuestos sitios estratégicos gubernamentales, entre los que se encontraban escuelas, almacenes de alimentos y hospitales.
Pero fue tan ambicioso el espíritu de destrucción de los pacificadores de la OTAN que cualquier objeto con cuatro ruedas, cualquier columna de refugiados que se pusiese en marcha buscando la salvación de los países limítrofe, eran salvajemente atacada por esta jauría de salvadores democráticos en que se ha convertido los soldados de la organización occidental. Y es que está todo programado, la enseñanza la ha impartido un buen profesor que se formó en la escuela de Irak. Su teoría es bien sencilla: destruye, arrasa, saquea, cuantas menos cosas dejéis en pie, más lucrativo será el negocio que harán después nuestras empresas.

Gadafi ha muerto, ha sido asesinado. Ahora todos quieren lavarse las manos: los de la misión de paz niegan su participación en el magnicidio, cuando unas horas antes se jactaban de haberlo hecho; el Nóbel de la paz, el indecente Obama, se felicita por la pacífica conclusión de la operación; y la desvergonzada ONU solicita, en voz muy queda, a los dirigentes democráticos del nuevo país, una investigación parcial sobre los hechos. ¡Habráse visto mayor hipocresía! Pedir a los propios asesinos que se investiguen y –rizando el rizo, como en una película surrealista- se autoinculpen.
¡Venga yaaaaa, Naciones Unidas! Eso no te lo crees ni tu, que decimos por mi tierra.

Éstas son las imágenes de la vergüenza:


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