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miércoles, 20 de febrero de 2013

Miguel A. Hernández Navarro: "Todo lo que no he escrito"










Miguel A. Hernández Navarro (Murcia, 1977).  Es autor de “Demasiado tarde para volver”, “unas microficciones sin demasiado sentido”, según palabras de su autor, que han merecido ser incluidas, tres de ellas, en  la “Antología del microrrelato español” (1906-2011) . El cuarto género narrativo”, de la Editorial Cátedra.



Todo lo que no he escrito


El otro día, volviendo de Londres, el avión hizo un extraño giro y comenzó a caer en picado hacia al mar. Fue sólo un instante, pero lo suficientemente intenso para que se me pasaran por la mente toda serie de cosas. Sin embargo, y me pesa reconocerlo, no pensé en mi mujer, en mi madre, en mi amante o en mis dos hijos pequeños. Lo único que se me vino a la cabeza es que, al morir, mi obra literaria iba a quedar inconclusa, que apenas había escrito nada y que me quedaban muchas cosas por hacer.

Dicen que antes de morir, transcurre frente a uno toda la historia de su vida. Pero a mi mente no se acercó nada de lo que había vivido. En cambio, sí lo hicieron todas las historias que podía haber escrito, una tras otra, desarrolladas y estructuradas perfectamente. Cientos, quizá miles de historias, algunas de las cuales me habrían hecho seguro pasar a la posteridad. Me vi desbordado por todo aquello mientras el avión parecía caer sin control hacia el océano. La gente chillaba, rezaba e intentaba encontrar un medio de despedirse de sus seres queridos. Yo, sin embargo, buscaba lápiz y papel. Quería dejar constancia de esas historias que pasaban de modo cada vez más veloz por mi mente. Milagrosamente, entre el ajetreo pude encontrar el moleskine negro y un bolígrafo azul. Y como pude, con letra casi ininteligible, comencé a escribir lo que tenía ante mí. Pero era imposible, y desistí. El flujo eran tan rápido que hubiera necesitado varios años para trasladar al papel lo que me pasaba por la cabeza. Además, el avión se iba a estrellar. Así que tuve que sintetizar todo aquello de alguna manera. Y escribí entonces el más corto de mis cuentos, el más breve y al mismo tiempo el más intenso. El cuento por el que todos me tendrían que recordar, el que condensaba toda mi obra literaria. Apenas seis palabras antes de morir:
todo lo que no he escrito.

Desafortunadamente el avión recuperó altura y todo volvió a la normalidad. Y con la normalidad se esfumaron también todas las historias. Ahora lo que escribí ya no tiene sentido. Y mi carrera de escritor diría que tampoco. No pude morir dejando mi obra acabada, condensada en aquellas seis palabras. Ahora estoy condenado a escribir todo lo que no he escrito. Pero no sé cómo hacerlo. Sólo de vez en cuando regresa a mí alguna historia de aquel día. Pero ya no aparece como una novela densa y estructurada, sino como un breve cuento que, como este, tengo que cazar al vuelo antes de que vuelva a desaparecer.









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