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lunes, 4 de febrero de 2013

Un nuevo puente para el Parque Tamarguillo



Puente en construcción sobre el arroyo Tamarguillo






Después de varios años en funcionamiento, al fin  decide el Ayuntamiento construir un puente sobre el arroyo Tamarguillo, a la altura de la cabecera de éste, donde en tiempos de lluvia es casi imposible cruzar, debido a la crecida de las aguas y al barro que en sus márgenes se producía. 
Es de agradecer que, aunque tarde, se acometa esta obra, máxime cuando la situación económica que atraviesan los Ayuntamientos es bastante delicada, pero esta actuación era necesaria, ya que hasta ahora el Parque se encontraba cortado en dos mitades a esa altura. 
Buen trabajo el que está realizando esta corporación en este espacio (han consolidado el segundo sector de los huertos, mantenimiento aceptable de la limpieza, la poda y control de la maleza, etc), aunque sigo echando en falta la presencia de vigilantes que controlen las actitudes incívicas de algunos visitantes, pero en líneas generales hago extensible mi felicitación a los actuales responsables del Parque que han sabido cómo gestionar acertadamente "este monstruo" de más de noventa hectáreas.   
Este -aunque lo parezaca- no es un parque "normal", quiero decir al estilo de los otros urbanos. Tiene una extensión de más de noventa mil metros cuadrados -la mayoría de ellas sin "domesticar"-, con un arroyo que en otros tiempos creaba serios problemas a la ciudad, y dos lagunas en las que viven durante todo el año varias familias de anátidas y es refugio de cientos de aves insectívoras,  en el que nos podemos encontrar correteando a liebres, conejos y perdices, coger un buen manojo de espárragos trigueros, una cesta de borraja o un sabroso guiso de caracoles.
Es un parque donde la presencia humana ha estado presente desde hace miles de años. En él se ha encontrado -en la cabeza del arroyo-, ún buen puñado de útiles prehistóticos y bajo el cortijo de San Ildefonso hay restos de una villa tardoromana en que se hallaron -en una reciente exploración arquelógica realizada hace un par de años-, muros de la citada edificación, así como materiales cerámicos, y que esperan mejores tiempos para ser excavados. 
 
El paseo de hoy ha sido gratificante -a pesar de que algunas nubes amezaban con mojarnos-, pero al final todo terminó perfecto: esos algodones flotantes jugaban al escondite con nosotros, corriendo como potrillos por las praderas del espacio para tratar de alcanzar al sol, pero de ahí no pasaron, logramos regresar a casa bien secos y satisfechos. 
Es difícil aburrirse en la naturaleza, ningún día es igual,  el decorado jamás se repite. Decía Hermann Hesse que "el aburrimiento es algo que no conoce la naturaleza; es un invento de los habitantes de la ciudad", y no puedo estar más de acuerdo con sus palabras; los "camperos" jamás nos aburrimos al aire libre, es más, las horas se nos acortan y siempre se nos queda algo por hacer en la mochila. ¿Que qué hacemos? Si he de ser sincero, casi nada: observar, oir, respirar, andar (eso sí, andar mucho, mucho, como queriendo salirme del planeta), y tratar de encontrarme, porque la verdad, aquí en la ciudad estamos como perdidos.
En fin, que ya nos están construyendo el puente que tanto necesitábamos en el Parque y que el día está para reventar de bello. ¡Fuera el Prozac y sustitúyanlo por la sierra, la playa o el campo, y quedarán maravillados de sus efectos terapéuticos!




Parque Tamarguillo
    


Parque Tamarguillo







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