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lunes, 27 de abril de 2015

La Izquierda y el "tontismo" lingüístico









Desde que Carmen Romero, con aquel traspié lingüístico de jóvenes y jóvenas, inició el asalto y derribo al idioma español, la cosa no ha dejado de empeorar. La izquierda española, falta de ideales políticos convincentes y  maqueada de impostura social, cogió la bandera del falso feminismo y se pusieron a destrozar el idioma sin pasar antes las nuevas ideas por su sangre.

Como es lógico, la impostura empezó a ser descaradamente evidente. La consigna estaba bien clara: "nuestra misión es llenar el vocabulario de “a”, venga a cuento o no", aunque luego, cuando lleguen a casa nos les duela darles algún bofetón a su paciente compañera, o llamarlas tetonas y culonas en una relajada conversación de  amiguetes.

Desde entonces, discursos, entrevistas, tertulias,  incluso circulares de comunidades de vecinos y notas informativas escolares, se hacen ilegibles con tanto españoles/españolas, trabajadores/trabajadoras, juez/jueza, líder/lideresa y, para rizar el rizo, concejal/concejala, oficial/oficiala, fiscal/fiscala, capitán/capitana, etc, como si no existiese en la gramática española un sustantivo común que denomina a los dos géneros, que unas veces finaliza en “o”, pero que otras muchas lo hacen en “a”, caso de poeta, periodista, alquimista, artista, futbolista, acróbata, oficinista, etc, y a nadie se les ocurre cambiarlo por poeto, periodisto, artisto, etc.

Este afectado feminismo es tan artificial como sus creencias políticas, llegando a creer que su porción de izquierdoso depende del número de palabros que emita, así no es de extrañar que de vez en cuando se les vaya la olla y salgan esos sapos de su boca. 
Por si no hubiesen sido ya “exitosas” las meteduras de pata de Carmen Romero y Bibiana Aído, ahora le ha fallado el chip a Pedro Sánchez y, sin querer, porque él es poco chistoso, ha hecho que sus señorías se divirtieran a su costa, algo que suele ocurrir con frecuencia cuando la actitud que se mantiene ante las vicisitudes sociales son fingidas.  
Lo suyo, señor Pedro Sánchez, no ha sido un chiste, lo suyo ha sido -como les ocurre a muchos de los que juegan a este falso juego-, una metedura de pata.   




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