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jueves, 21 de abril de 2016

Visita a Tenerife


El Teide desde el Puerto de la Cruz






No creo equivocarme si aseguro que Tenerife es uno de los mejores lugares donde esperar a que venga a recogerte la Parca. Por atractiva, acogedora, diversa y recurrente. Si el Paraíso existe, éste debe ser, sin duda, su enclave.  
Para todo aquel que decida visitarla, adelanto algunas premisas que van a facilitar su andadura por esta isla. Creo que el mejor lugar para instalarse es el Puerto de la Cruz, por su gran oferta de alojamientos y, sobre todo, por quedar en el centro neurálgico de los lugares a visitar, y también, por su magnífica temperatura, su arquitectura, su dinámico ambiente, sus bares y tabernas.
Algo que debemos realizar es alquilar un coche que nos permita movernos por la isla (aconsejo que se haga a través de Internet, las tarifas son francamente económicas y los precios de la gasolina más bajos que en la Península), al menos por tres días, que los dedicaremos de la siguiente manera:

  • Primer día: Puerto de la Cruz, El Sauzal, Tacoronte (en estas dos últimas localidades podemos visitar de paso algunas de sus bodegas), Valle de Guerra, Tejina, Bajamar, Punta del Hidalgo, regreso a Tejina, continuamos por Tegueste, las Mercedes, Cruz del Carmen (a partir de aquí, espectacular bosque de Laurisilvas), Las Casas de las Cumbres, El Bailadero, donde tenemos dos opciones:
1. Girar a la izquierda, hacia Taganana, donde nos adentraremos en la espectacular península de Anaga.
2.  Hacia la derecha, que nos llevará a San Andrés y a la rubia playa de las Teresitas, cubierta con las arenas del Sahara, que regaló-rapiñó el dictador de Marruecos.

Si nos queda tiempo podemos terminar visitando Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de la Laguna (preferible esta última).

 Balconada de una vivienda en Tacoronte


Bodega en Tacoronte


Punta del Hidalgo


Bosque de Laurisilva a partir de Cruz del Carmen


La Laguna desde un mirador


La Laguna


  • Segundo día: La Orotava, El Teide, donde podemos hacer algunas rutas o subir con el telesférico a poco menos de 200 metros de la cima de éste. El regreso lo haremos por el mismo lugar. Si no nos hemos entretenido mucho tiempo arriba y la hora lo permite, recomiendo la experiencia de comer en algún guachinche de la Orotava o localidades próximas donde se puede degustar sabrosas carnes asadas, papas arrugás o estupendos quesos de cabra, acompañados por los buenos vinos que los propietarios de las fincas elaboran. El guachinche “El Caminero” –al pie de la carretera de la Orotava-, permanece abierto hasta las 22 horas.

La Orotava


 Guachinche en la Orotava


Vista del Puerto de la Cruz en la subida al Teide


 El Teide desde la cara sur


Paisaje en las calderas del Teide


  • Tercer día: Icod de los Vinos (comarca de vinos), Garachico (ejemplo de superación de un pueblo, después de haber sido destruido por una erupción volcánica), Los Silos, Buenavista del Norte, Parque Rural de Teno (otra vez la naturaleza y la Laurisilva en su sentido más amplio), Masca (donde si puedes aparcar, está “el principio y el fin” del mundo), Santiago del Teide, Tamaimo, Los Gigantes (acantilados verticales de más de 600 metros, donde es posible la observación de ballenas y si la climatología lo permite, la cercana isla de la Gomera); regresaremos por la misma carretera, otra vez hasta Santiago del Teide, donde nos dirigiremos hacia Erjos, El Tanque, Icod de los Vinos y desde aquí regresar al lugar de origen.

Drago milenario en Icod de los Vinos, el más viejo y con más envergadura de la isla


Garachico, levantado sobre las lavas de una erupción


Parque rural de Teno
Barranco de Masca con el pueblito al fondo
 Acantilados de Los Gigantes

Estas son las tres rutas imprescindibles. Luego queda la visita reposada al Puerto de la Cruz, donde pasearemos por el antiguo barrio de pescadores, y del que nos llamará la atención sus viviendas de “cara a la calle” y sus recoletas capillas marineras
También visitaremos el barrio colonial, en el que destacan sus amplias y bellas casas abalconadas, de las que sobresalen la utilización de las maderas. 
En la plaza del Charco podremos hacer una parada para reposar, antes de pasear por el populoso paseo marítimo, con su sugestiva capilla de San Telmo, las piscinas de Martiánez, o el puerto pesquero, donde unos cuantos bares y tascas hacen de este enclave un lugar recomendable para probar algunos vinos de la zona y un buen plato de exquisitos y refrescantes camarones.

Casa tradicional en el viejo barrio pesquero


Capilla prototipo del viejo barrio pesquero 


Casa del barrio colonial


Interior casa del barrio colonial


 Vista del paseo marítimo con iluminación extra



Vista del Lago Martiánez y del valle de la Orotava



Parada obligada en una taberna del puerto


 

Queda mucho por conocer y visitar, sólo hemos recorrido la parte norte de la isla para no atiborrarnos de kilómetros, y poder dedicar el resto de los días a descansar, disfrutar del clima, de la gastronomía tinerfeña y la amabilidad de sus gentes, reservando para otra ocasión la parte que no hemos visitado. Para concluir sólo resta decir que Tenerife es tierra hermosa, mágica, multicolor y sorprendente, donde la gente es cálida, acogedora, reposada, amable, y, como dije al principio, lugar idóneo donde acabar el peregrinar de la vida.  
Cuando ese Dios caprichoso -que obra y destruye Paraísos a su antojo-, decida terminar su inmortal existencia en algún lugar por él creado, sin duda lo hará en Tenerife, donde su divino soplo fue especialmente generoso.


 









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